
Los especialistas en tratamientos en unidades de traumas por accidentes, consideran que el casco puede proteger del riesgo de muerte en un 40% y de lesiones cerebrales en cerca del 80%.
Sin lugar a cuestionamiento, el uso del casco protege vitalmente al motorista, lo cual hace pensar muy frecuentemente: ¿Será que, quienes no lo usa, saben y tiene consciencia de lo frágil que es su vida y cómo el correcto uso del casco puede darles gran protección?
En otras palabras, no sólo debe usarse, sino usarse correctamente. Y uno de los principios es determinar si el casco está en condiciones de protegernos. Para eso, tome en cuenta los siguientes puntos:
• La vida útil de un casco termina cuando sufrimos una caída. Aunque solo se vea raspado o diminutamente lastimado, su estructura ya sufrió un golpe que la debilito y con ello, ya no protegerá adecuadamente.
• Sin ningún tipo de golpe, el casco debe cambiarse cada 3 años, aunque hay algunos sumamente sofisticados que ofrecen hasta 8 años de vida útil. En este tema, según el precio será la duración: cuan más caros, más longevos.
• Cuando el casco ya no calza en la cabeza como un calcetín, es decir, bien apretado, ya es momento de cambiarlo. Dejar espacio entre el casco y nuestra cabeza reduce el efecto de protección. Algunas personas se ponen un pasamontañas para evitar que el casco quede flojo, pero eso no es suficiente, es momento de substituirlo.
• Los cascos usados nunca deben aceptarse como regalo. De hecho, es un mal obsequio, de alguien que no tiene conocimiento que su uso es personal e intransferible, convirtiéndose en casi una ofensa. Probablemente, sin mala intensión, pero sí desconocimiento. Regalar un casco usado es como obsequiar un peine o un cepillo de dientes usados.
• Los cascos “quita-multas” cuya única función es evitar una sanción económica es una solución irracional para una persona con inteligencia regular.
• En alto grado: Usted es el responsable de su vida. Use un casco que de verdad la proteja.